Las mejores 44 citas de Winston Churchill
Cuando piensas en Winston Churchill, probablemente te imaginas a un señor con cara de pocos amigos, siempre con un cigarro y discursos que harían temblar a un león. Nacido en 1874 en el seno de la aristocracia británica, Churchill no era el niño que saca puros diez en el colegio, pero sí tenía una cabeza más brillante que una corona real.
Tabla de contenidos:
Frases de Winston Churchill
- Esfuérzate por mantener las apariencias que el mundo te abrirá crédito para todo lo demás.
- La alternancia fecunda el suelo de la democracia.
- El precio de la grandeza es la responsabilidad.
- Quien habla mal de mí a mis espaldas mi culo contempla.
- Evito siempre predecir de antemano, porque es mucho más fácil hacerlo a posteriori.
- La democracia es la necesidad de doblegarse de vez en cuando a las opiniones de los demás.
- Las críticas no serán agradables, pero son necesarias.
- Tras un recuento electoral, sólo importa quién es el ganador. Todos los demás son perdedores.
- La democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre. Con excepción de todos los demás.
- Mejorar es cambiar; así que para ser perfecto hay que haber cambiado a menudo.
- Aunque personalmente me satisfaga que se hayan inventado los explosivos, creo que no debemos mejorarlos.
- Si el presente trata de juzgar el pasado, perderá el futuro.
- Los imperios del futuro serán los imperios de la mente.
- El político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene; y de explicar después por qué fue que no ocurrió lo que el predijo.
- El éxito no es definitivo, el fracaso no es fatídico. Lo que cuenta es el valor para continuar.
- La política es más peligrosa que la guerra, porque en la guerra sólo se muere una vez.
- El éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperarse.
- La cometa se eleva más alto en contra del viento, no a su favor.
- Vivid arduamente, no temáis nada y os sonreirá el triunfo.
- Valor es lo que se necesita para levantarse y hablar; pero también es lo que se requiere para sentarse y escuchar.
- La dictadura, devoción fetichista por un hombre, es una cosa efímera, un estado de la sociedad en el que no puede expresarse los propios pensamientos, en el que los hijos denuncian a sus padres a la policía; un estado semejante no puede durar mucho tiempo.
- Existen tres tipos de personas; aquellas que se preocupan hasta la muerte, las que trabajan hasta morir y las que se aburren hasta la muerte.
- Personalmente siempre estoy dispuesto a aprender, aunque no siempre me gusta que me den lecciones.
- El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones.
- Las citas, cuando quedan esculpidas en nuestra memoria, nos sugieren pensamientos originales; además, despiertan en nosotros el deseo de leer a los autores de los cuales han sido tomadas.
- Soy optimista. No parece muy útil ser otra cosa.
- Me gustaría vivir eternamente, por lo menos para ver cómo en cien años las personas cometen los mismos errores que yo.
- A menudo me he tenido que comer mis palabras y he descubierto que eran una dieta equilibrada.
- El diplomático es una persona que primero piensa dos veces y finalmente no dice nada.
- Nunca rendirse, nunca, nunca, nunca, nunca, en nada grande o pequeño, enorme o minúsculo, nunca rendirse salvo a las convicciones de honor y el buen sentido.
- Una buena conversación debe agotar el tema, no a los interlocutores.
- Nunca en el campo de los conflictos humanos, tantos le debieron tanto, a tan pocos.
- Un optimista ve una oportunidad en toda calamidad, un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad.
- El vicio inherente al capitalismo es el desigual reparto de bienes. La virtud inherente al socialismo es el equitativo reparto de miseria.
- Las palabras antiguas son las mejores, y las breves, las mejores de todas.
- Cuanto más atrás puedas mirar, más adelante verás.
- La guerra es una invención de la mente humana; y la mente humana también puede inventar la paz.
- Un fanático es alguien que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema.
- La imaginación consuela a los hombres de lo que no pueden ser. El humor los consuela de lo que son.
- Las actitudes son más importantes que las aptitudes.
- El problema de nuestra época consiste en que sus hombres no quieren ser útiles sino importantes.
- Perón es el único soldado que ha quemado su bandera y el único católico que ha quemado sus iglesias.
- La salud es un estado transitorio entre dos épocas de enfermedad y que, además, no presagia nada bueno.
- Con el espíritu sucede lo mismo que con el estómago: sólo puede confiársele aquello que pueda digerir.
Winston Churchill: El bulldog británico con una pluma tan potente como su cigarro
Este hombre fue un cóctel de periodista, escritor, político, y claro, el Primer Ministro del Reino Unido durante la época más oscura y decisiva del siglo XX: la Segunda Guerra Mundial. Pero la vida de Churchill no fue solo batallas y discursos; fue una montaña rusa de triunfos, fracasos y un sinfín de historias para contar.
En su juventud, Winston fue oficial del ejército, viviendo aventuras que más parecen sacadas de una novela de Kipling. Sirvió en India, Sudán y durante la Segunda Guerra Bóer, donde fue capturado y luego se escapó en una historia que bien merecería su propia película de acción.
Como político, Churchill fue como un camaleón: empezó como conservador, saltó a los liberales, y luego regresó a los conservadores. Pero no importaba el color de su corbata política; lo que destacaba era su capacidad para el liderazgo y su visión casi profética de los peligros que enfrentaba el mundo.
Ahora, hablemos de la Segunda Guerra Mundial. Cuando Churchill se convirtió en Primer Ministro en 1940, el panorama era más sombrío que un día lluvioso en Londres. Pero este hombre no se amilanó. Con sus discursos, encendió una chispa de esperanza y determinación en el corazón de los británicos. Frases como "Sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor" o "Nunca tantos debieron tanto a tan pocos" no son solo palabras; son arte puro en tiempos de guerra.
Churchill también era un escritor prolífico, con una habilidad para contar historias tan grande como su pasión por los puros. Ganó el Premio Nobel de Literatura en 1953, no por alguna novela de ficción, sino por su vasta obra sobre la historia y especialmente sus memorias sobre la Segunda Guerra Mundial. Sí, el hombre sabía escribir tanto como liderar.
Pero Winston no era un santo. Tenía sus defectos, como todos. Algunas de sus decisiones y opiniones, especialmente sobre el imperio y las colonias, hoy en día son motivo de crítica y debate. Churchill era un producto de su tiempo, con todo lo bueno y lo malo que eso conlleva.
Después de la guerra, Churchill siguió siendo una figura clave en la política mundial. Aunque perdió las elecciones de 1945, regresó como Primer Ministro en 1951. Siempre estaba ahí, como un faro de firmeza y experiencia en un mundo que cambiaba a ritmo de rock and roll.
Falleció en 1965, pero su legado es de esos que no se desvanecen con el paso de los años. Fue un hombre de palabras y acciones, un líder en tiempos de tormenta y un personaje que, para bien o para mal, moldeó el siglo XX.
Así fue Winston Churchill: medio político, medio escritor, y todo un icono de la tenacidad y el coraje. Un bulldog británico que, con su voz ronca y su cigarro humeante, se convirtió en una leyenda no solo en el Reino Unido, sino en todo el mundo.