Las mejores 74 citas de Benjamin Franklin
En la historia de Estados Unidos, emergen figuras que personifican el espíritu innovador y ambicioso del país. Sin embargo, pocos brillan con la intensidad polifacética de Benjamin Franklin. Nacido en 1706 en Boston, este hijo de un fabricante de velas se convertiría en uno de los estadounidenses más influyentes de su tiempo, y posiblemente de toda la historia del país.
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Frases de Benjamin Franklin
- La llave que se usa constantemente reluce como plata: no usándola se llena de herrumbre. Lo mismo pasa con el entendimiento.
- El corazón del loco está en la boca; pero la boca del sabio está en el corazón.
- Es mejor acostarse sin cenar que levantarse con deudas.
- Si el hombre alcanzara la mitad de los deseos que tiene, redoblaría sus inquietudes.
- No cambies la salud por la riqueza, ni la libertad por el poder.
- Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo.
- Las tres cosas más difíciles de esta vida son: guardar un secreto, perdonar un agravio y aprovechar el tiempo.
- Los hombres son criaturas muy raras: la mitad censura lo que practica; la otra mitad practica lo que censura; el resto siempre dice y hace lo que debe.
- Si haces lo que no debes, deberás sufrir lo que no mereces.
- Cuida de los pequeños gastos; un pequeño agujero hunde un barco.
- ¡Arriba, haragán! ¡No desperdicies la vida! Ya dormirás bastante en la sepultura.
- El sabio consigue más ventajas por sus enemigos que el necio por sus amigos.
- Si quieres conocer el valor del dinero, trata de pedirlo prestado.
- Bastante, significa un poco más de lo que cada uno posee.
- La pereza viaja tan despacio que la pobreza no tarda en alcanzarla.
- O caminamos todos juntos hacia la paz, o nunca la encontraremos.
- Ten tus ojos bien abiertos antes del matrimonio; y medio cerrados después de él.
- Si el tiempo es lo más caro, la pérdida de tiempo es el mayor de los derroches.
- El que vive de esperanzas corre el riesgo de morirse de hambre.
- Toma consejo en el vino, pero decide después con agua.
- No perdáis una hora, porque no estáis seguros de un minuto.
- La ociosidad camina con tanta lentitud, que todos los vicios la alcanzan.
- La alegría es la piedra filosofal que todo lo convierte en oro.
- La oxidación por falta de uso gasta mucho más las herramientas que el propio trabajo.
- Tres podrían guardar un secreto si dos de ellos hubieran muerto.
- Si los hombres son tan perversos teniendo religión, ¿cómo serían sin ella?.
- Yo creo que el mejor medio de hacer bien a los pobres no es darles limosna, sino hacer que puedan vivir sin recibirla.
- El que vive de esperanzas, muere de sentimiento.
- Inscribe los agravios en el polvo, las palabras de bien inscríbelas en el mármol.
- De aquel que opina que el dinero puede hacerlo todo, cabe sospechar con fundamento que será capaz de hacer cualquier cosa por dinero.
- No hay mejor predicador que la hormiga, que no dice nada.
- Quien tiene paciencia, obtendrá lo que desea.
- Vacía tu bolsillo en tu mente, y tu mente llenará tu bolsillo.
- El que quiera prosperar en sus negocios hágalos por sí mismo, y si quiere que todo le salga mal, no tiene más que confiarlos a manos ajenas.
- Un padre es un tesoro, un hermano es un consuelo: un amigo es ambos.
- Quien quiera ver prosperar sus negocios, consulte a su mujer.
- El hombre descontento no encuentra silla cómoda.
- El hambre espía en la casa de los pobres, pero si la habitan personas trabajadoras, no se atreve a entrar.
- Las puertas de la sabiduría nunca están cerradas.
- El camino hacía la riqueza depende fundamentalmente de dos palabras: trabajo y ahorro.
- La peor decisión es la indecisión.
- Ninguna nación fue arruinada jamás por el comercio.
- Siempre tendremos razones para estar enfadados, pero esas razones, rara vez serán buenas.
- Invertir en conocimientos produce siempre los mejores beneficios.
- La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días.
- Aquellos que cederían la libertad esencial para adquirir una pequeña seguridad temporal, no merecen ni libertad ni seguridad.
- Donde mora la libertad, allí está mi patria.
- Las leyes demasiado benignas rara vez son obedecidas; las demasiado severas, rara vez ejecutadas.
- La ociosidad, como el moho, desgasta mucho más rápidamente que el trabajo.
- Hay tres amigos fieles; una esposa anciana, un perro viejo y dinero contante y sonante.
- Si no quieres perderte en el olvido tan pronto como estés muerto y corrompido, escribe cosas dignas de leerse, o haz cosas dignas de escribirse.
- No anticipéis las tribulaciones ni temáis lo que seguramente no os puede suceder. Vivid siempre en un ambiente de optimismo.
- Lo que empieza en cólera acaba en vergüenza.
- La honradez reconocida es el más seguro de los juramentos.
- Un hoy vale por dos mañanas.
- Tómate tiempo en escoger un amigo, pero sé más lento aún en cambiarlo.
- La necesidad nunca hizo buenos negocios.
- Incluso la paz se puede comprar a un precio demasiado alto.
- Nunca existió una buena guerra ni una mala paz.
- Por un clavo se perdió una herradura, por ésta un caballo, y por éste el jinete, que fue capturado y muerto por el enemigo.
- Más de un hombre hubiera sido peor si su fortuna hubiese sido mejor.
- Donde hay matrimonio sin amor, habrá amor sin matrimonio.
- Nada existe más dulce que la miel. Excepto el dinero.
- El que compra lo supérfluo, pronto tendrá que vender lo necesario.
- El mejor médico es el que conoce la inutilidad de la mayor parte de las medicinas.
- La paz y la armonía constituyen la mayor riqueza de la familia.
- Carecer de libros propios es el colmo de la miseria.
- Sólo el hombre íntegro es capaz de confesar sus faltas y de reconocer sus errores.
- Un camino de mil millas comienza con un paso.
- Presta dinero a tu enemigo y lo ganarás a él; préstalo a tu amigo y lo perderás.
- El cielo cura y el médico cobra la minuta.
- El primer error que se comete en los negocios públicos es consagrarse a ellos.
- No hay nada tan cierto en el mundo como la muerte y los impuestos.
- No malgastes tu tiempo, pues de esa materia está formada la vida.
Benjamin Franklin: El Polímata del Nuevo Mundo
Primero, consideremos a Franklin el inventor. Con su característica curiosidad y destreza experimental, Franklin llevó a cabo investigaciones pioneras en el campo de la electricidad. Todos hemos oído la anécdota, quizás un poco mitificada, de cómo voló una cometa durante una tormenta para demostrar la naturaleza eléctrica de los rayos. Sus descubrimientos no solo fueron teóricos: el pararrayos, las lentes bifocales y el eficiente diseño de estufa conocido como la "estufa Franklin" son testamentos de su habilidad para combinar teoría y práctica en invenciones tangibles.
Pero Franklin no se contentó con ser un científico e inventor. Era también un prolífico escritor y editor. Su "Almanaque del pobre Ricardo", publicado bajo el pseudónimo de Richard Saunders, estaba repleto de proverbios y consejos que resaltaban la virtud del trabajo duro y la prudencia. A través de sus escritos, promovió ideas que serían fundamentales para la ética del emergente Estados Unidos.
En el ámbito político, Franklin también dejó su huella indeleble. Fue uno de los Padres Fundadores de la nación, participando activamente en la redacción de la Declaración de Independencia y la Constitución. Como diplomático, desempeñó un papel crucial en la consolidación de alianzas estratégicas, particularmente con Francia, una colaboración esencial para la victoria en la Guerra de Independencia.
La educación y el compromiso cívico eran dos pilares en la vida de Franklin. Creyendo en la mejora comunitaria, impulsó la creación de la primera biblioteca de préstamo de Filadelfia, la Compañía de Bomberos de Filadelfia y la Academia que se convertiría en la Universidad de Pensilvania. Estos esfuerzos demuestran que para Franklin, el progreso y la educación eran intrínsecamente comunitarios.
A pesar de sus vastas contribuciones y logros, Franklin no era inmune a las contradicciones de su tiempo. Si bien en sus últimos años se convirtió en un ferviente abolicionista, durante gran parte de su vida poseyó esclavos. Este hecho resalta la complejidad y las contradicciones inherentes incluso en las figuras más veneradas.
Cuando falleció en 1790, Benjamin Franklin dejó tras de sí un legado multifacético que refleja el espíritu de una nación en formación. Fue un hombre que, con su incansable curiosidad y determinación, personificó la creencia ilustrada en el potencial humano para innovar, mejorar y, en última instancia, moldear su propio destino.
Hoy, en un mundo que valora la especialización, Franklin nos recuerda el poder y la relevancia del polímata: aquel individuo que, con pasión y dedicación, puede cruzar fronteras disciplinarias y aportar a múltiples campos del saber y la acción. Brindemos por Benjamin Franklin, el autodidacta, el inventor, el escritor, el estadista y, sobre todo, el eterno aprendiz del Nuevo Mundo.