Las mejores 104 frases de William Shakespeare
¡Luz, cámara, acción! Bienvenidos al fascinante mundo de William Shakespeare, el dramaturgo inglés que, con una pluma y un poco de tinta, transformó la literatura y el teatro para siempre. Nacido en 1564 en Stratford-upon-Avon, una pequeña localidad inglesa, Will (como le decían sus compadres del teatro) no se conformó con ser simplemente otro escritor. En vez de eso, se aventuró a crear mundos y personajes tan ricos y complejos que siguen fascinando, incluso cuatro siglos después.
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Frases de William Shakespeare
- No existe nada bueno ni malo; es el pensamiento humano el que lo hace aparecer así.
- No confiéis en quien haya perdido la fe.
- En nuestros locos intentos, renunciamos a lo que somos por lo que esperamos ser.
- La sangre joven no obedece un viejo mandato.
- El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos.
- La conciencia es la voz del alma; las pasiones, la del cuerpo.
- Jamás viene la fortuna a manos llenas, ni concede una gracia que no haga expirar con un revés.
- Procurando lo mejor estropeamos a menudo lo que está bien.
- El amor de los jóvenes no esta en el corazón, sino en los ojos.
- Hasta la propia virtud se convierte en vicio cuando es mal aplicada.
- El amor es un loco tan leal, que en todo cuanto hagáis, sea lo que fuere, no halla mal alguno.
- El aprendizaje es un simple apéndice de nosotros mismos; dondequiera que estemos, está también nuestro aprendizaje.
- Cuando llega la desgracia, nunca viene sola, sino a batallones.
- Anunciad con cien lenguas el mensaje agradable; pero dejad que las malas noticias se revelen por sí solas.
- Nuestras dudas son traidores que muchas veces nos hacen perder el bien que podríamos ganar si no temiéramos buscarlo.
- Nadie admira la celeridad, como no sea el negligente.
- Es amor bien pobre el que puede evaluarse.
- No basta levantar al débil, hay que sostenerlo después.
- El sabio no se sienta para lamentarse, sino que se pone alegremente a su tarea de reparar el daño hecho.
- Cualquiera puede dominar un sufrimiento, excepto el que lo siente.
- Las palabras están llenas de falsedad o de arte; la mirada es el lenguaje del corazón.
- El hombre cauto jamás deplora el mal presente; emplea el presente en prevenir las aflicciones futuras.
- Quien se eleva demasiado cerca del sol con alas de oro las funde.
- Ligerezas como el aire son para el celoso fuertes confirmaciones, como un testimonio de las Sagradas Escrituras.
- Tan imposible es avivar la lumbre con nieve, como apagar el fuego del amor con palabras.
- Me atreveré a todo lo que pueda hacer un hombre. Quien se atreva a más es insensato.
- La mente del hombre es de mármol; la de la mujer de cera.
- La brevedad es el alma del ingenio.
- Ocurra lo que ocurra, aún en el día más borrascoso las horas y el tiempo pasan.
- El amor consuela como el resplandor del sol después de la lluvia.
- El aspecto exterior pregona muchas veces la condición interior del hombre.
- La juventud, aun cuando nadie la combata, halla en sí misma su propio enemigo.
- Hay puñales en las sonrisas de los hombres; cuanto más cercanos son, más sangrientos.
- Prudente padre es el que conoce a su hijo.
- No ensucies la fuente donde has apagado tu sed.
- Excelente cosa es tener la fuerza de un gigante, pero usar de ella como un gigante es propio de un tirano.
- Las maldiciones no van nunca más allá de los labios que las profieren.
- El desdichado no tiene otra medicina que la esperanza.
- Fragilidad tiene nombre de mujer
- Nosotros debemos nuestra vida a dios, por eso si se la pagamos hoy, no se la deberemos mañana.
- Si el dinero va delante, todos los caminos se abren.
- Las medidas templadas, que equivalen a remedios prudentes, son hartamente nocivas cuando el mal es violento.
- Cuidado con la hoguera que enciendes contra tu enemigo; no sea que te chamusques a ti mismo.
- ¡Oh amor poderoso¡ Que a veces hace de una bestia un hombre, y otras, de un hombre una bestia.
- Malgasté mi tiempo, ahora el tiempo me malgasta a mí.
- No hay nada tan común como el deseo de ser elogiado.
- Es más fácil obtener lo que se desea con una sonrisa que con la punta de la espada.
- En un minuto hay muchos días.
- Hasta en la muerte de un pajarillo interviene una providencia irresistible.
- Mi corona está en el corazón, no en mi cabeza.
- Conservar algo que me ayude a recordarte, sería admitir que te puedo olvidar.
- El que gusta de ser adulado es digno del adulador.
- Maestro, quisiera saber cómo viven los peces en el mar. Como los hombres en la tierra: los grandes se comen a los pequeños.
- Los viejos desconfían de la juventud porque han sido jóvenes.
- Ser honrado tal como anda el mundo, equivale a ser un hombre escogido entre diez mil.
- Ama a todos, fíate de pocos, no hagas daño a nadie.
- El amor, como ciego que es, impide a los amantes ver las divertidas tonterías que cometen.
- Mis palabras suben volando, mis pensamientos se quedan aquí abajo; palabras sin pensamientos nunca llegan al cielo.
- Ten más de lo que muestras; habla menos de lo que sabes.
- Los amigos que tienes y cuya amistad ya has puesto a prueba / engánchalos a tu alma con ganchos de acero.
- Las valiosas presas convierten en ladrones a los hombres honrados.
- La mujer es un manjar digno de dioses, cuando no lo cocina el diablo.
- Dueños de sus destinos son los hombres. La culpa, querido Bruto, no está en las estrellas, sino en nuestros vicios.
- No tratéis de guiar al que pretende elegir por sí su propio camino.
- Ningún legado es tan rico como la honestidad.
- Lloramos al nacer porque venimos a este inmenso escenario de dementes.
- Yo juro que vale más ser de baja condición y codearse alegremente con gentes humildes, que no encontrarse muy encumbrado, con una resplandeciente pesadumbre y llevar una dorada tristeza.
- Todos aman la vida, pero el hombre valiente y honrado aprecia más el honor.
- Un hombre que no se alimenta de sus sueños envejece pronto.
- Si dos cabalgan en un caballo, uno debe ir detrás.
- Sea como fuere lo que pienses, creo que es mejor decirlo con buenas palabras.
- El cansancio ronca sobre los guijarros; en tanto que la pereza halla dura la almohada de pluma.
- De lo que tengo miedo es de tu miedo.
- El pasado es un prólogo.
- La vida es como un cuento relatado por un idiota; un cuento lleno de palabrería y frenesí, que no tiene ningún sentido.
- En la amistad y en el amor se es más feliz con la ignorancia que con el saber.
- El hombre a quien no conmueve el acorde de los sonidos armoniosos, es capaz de toda clase de traiciones, estratagemas y depravaciones.
- A mayor talento, en la mujer, mayor indocilidad.
- El traje denota muchas veces al hombre.
- La fortuna llega en algunos barcos que no son guiados.
- Guarda a tu amigo bajo la llave de tu propia vida.
- Si no recuerdas la más ligera locura en que el amor te hizo caer, no has amado.
- No temáis a la grandeza; algunos nacen grandes, algunos logran grandeza, a algunos la grandeza les es impuesta y a otros la grandeza les queda grande.
- La memoria es el centinela del cerebro.
- Nada envalentona tanto al pecador como el perdón.
- Asume una virtud si no la tienes
- Presta el oído a todos, y a pocos la voz. Oye las censuras de los demás; pero reserva tu propia opinión.
- El hombre arruinado lee su condición en los ojos de los demás con tanta rapidez que él mismo siente su caída.
- Los cobardes mueren muchas veces antes de su verdadera muerte; los valientes prueban la muerte sólo una vez.
- La compasión es la virtud de los reyes.
- La codicia arraiga hondo y crece con raíces más perversas que la lujuria, flor de verano.
- Las improvisaciones son mejores cuando se las prepara.
- Fuertes razones, hacen fuertes acciones.
- Sería muy poco feliz si pudiera decir hasta qué punto lo soy.
- Duda que sean fuego las estrellas, duda que el sol se mueva, duda que la verdad sea mentira, pero no dudes jamás de que te amo.
- Somos del mismo material del que se tejen los sueños, nuestra pequeña vida está rodeada de sueños.
- Los actos contra la naturaleza engendran disturbios contra la naturaleza.
- La dulce piedad es el símbolo de la verdadera grandeza.
- No hay quien sea enteramente inaccesible a la adulación, porque el hombre mismo que manifieste aborrecerla, en alabándole de esto es adulado con placer suyo.
- La virtud misma no puede librarse de los golpes de la calumnia.
- El que muere paga todas sus deudas.
- Si todo el año fuese fiesta, divertirse sería más aburrido que trabajar.
- La lealtad tiene un corazón tranquilo.
- Es mejor ser rey de tu silencio que esclavo de tus palabras.
Shakespeare: el Bardo que conquistó el mundo con sus palabras
Comenzando su carrera en el bullicioso Londres elisabetano, Shakespeare supo captar la esencia del alma humana. Ya fuera con las intrigas de "Macbeth", las pasiones de "Romeo y Julieta" o las locuras de "Sueño de una noche de verano", logró crear historias que son universales. Y es que, más allá de las ropas de época y el inglés antiguo, sus obras tocan temas eternos: amor, traición, ambición, envidia, redención.
Pero Will no solo nos dio drama. También nos regaló palabras. Muchas palabras. De hecho, es responsable de introducir al idioma inglés una asombrosa cantidad de términos y frases que usamos hasta el día de hoy. ¿Alguna vez te has sentido "in a pickle" o has llamado a alguien "heart of gold"? ¡Pues agradece a Shakespeare!
Una de las cosas más misteriosas de Shakespeare es, bueno, él mismo. A pesar de ser el dramaturgo más famoso de la historia, hay muchos detalles de su vida que siguen siendo un enigma. ¿Cómo alguien que probablemente nunca salió de Inglaterra pudo escribir con tanto detalle sobre lugares lejanos? ¿Cómo alguien con una educación relativamente básica pudo tener un conocimiento tan profundo del alma humana? Hay quien dice que quizás Shakespeare no escribió todas esas obras, pero eso ya es harina de otro costal.
Lo que sí es cierto es que el legado de Shakespeare es inmenso. Sus obras han sido traducidas a todos los idiomas imaginables, adaptadas al cine, al teatro y hasta al ballet. Sus personajes, desde el melancólico Hamlet hasta la astuta Lady Macbeth, son icónicos y continúan inspirando a actores y directores de todo el mundo.
La próxima vez que escuches hablar del "Bardo de Avon", recuerda que no se trata simplemente de un escritor antiguo con un cuello almidonado. Shakespeare es, y siempre será, el genio que, con su pluma, nos mostró todas las caras, luces y sombras, de la condición humana. Y por eso, querido Will, te levantamos el telón y te aplaudimos de pie. ¡Bravo!