121 frases de Séneca que tienes que leer
Si estuviéramos en una reunión social y alguien mencionara a Lucio Anneo Séneca, la mayoría podría pensar: “¡Oh, sí! ¿Ese tipo romano de hace mucho tiempo, verdad?”. ¡Exacto! Pero Séneca no era solo “un tipo”. Fue un intelectual romano, dramaturgo, filósofo y asesor político que dejó su huella en la historia, y no precisamente con un sello en cera, sino con pensamientos que resonarían por milenios.
Tabla de contenidos:
Frases de Séneca
- Nuestra naturaleza está en la acción. El reposo presagia la muerte.
- No hay nadie menos afortunado que el hombre a quien la adversidad olvida, pues no tiene oportunidad de ponerse a prueba.
- No he nacido para un solo rincón. Mi patria es todo el mundo.
- Los hombres aman sus vicios y al mismo tiempo los odian.
- La armonía total de este mundo está formada por una natural aglomeración de discordancias.
- Los que saben mucho se admiran de pocas cosas, y los que no saben nada se admiran de todo.
- Lo mismo es nuestra vida que una comedia; no se atiende a si es larga, sino a si la han representado bien. Concluye donde quieras, con tal de que pongas buen final.
- A los que corren en un laberinto, su misma velocidad los confunde.
- El mayor imperio es el imperio de uno mismo.
- Todo poder excesivo dura poco.
- Seas parco en elogiar, y más parco todavía en vituperar.
- Mostrarse asustado sin motivo aparente es dar a conocer que se tiene razón de temer.
- Sin estudiar enferma el alma.
- Los deseos de nuestra vida forman una cadena, cuyos eslabones son las esperanzas.
- El mejor límite para el dinero es el que no permite caer en la pobreza ni alejarse mucho de ella.
- El camino del vicio no solamente se desliza, sino que se precipita hacia abajo.
- El peor enemigo es el que está encubierto.
- Igual virtud es moderarse en el gozo que moderarse en el dolor.
- La conversación es la expresión de nuestro modo de pensar.
- Cuando no encontré motivo alguno para compadecerme, lo hice por respeto a mí mismo.
- Cuando se está en medio de las adversidades, ya es tarde para ser cauto.
- Sólo en la fortuna adversa se hallan las grandes lecciones del heroísmo.
- No os espante el dolor; o tendrá fin o acabará con vosotros.
- Una era construye ciudades. Una hora las destruye.
- La mayor rémora de la vida es la espera del mañana y la pérdida del día de hoy.
- Las obras se tienen medio terminadas cuando se han comenzado bien.
- No hay ninguna cosa buena que no tenga su base en la razón.
- Jamás se descubriría nada si nos considerasemos satisfechos con las cosas descubiertas.
- El pobre carece de muchas cosas, pero el avaro carece de todo.
- La tristeza, aunque esté siempre justificada, muchas veces sólo es pereza. Nada necesita menos esfuerzo que estar triste.
- El trabajo y la lucha llaman siempre a los mejores.
- En la adversidad conviene muchas veces tomar un camino atrevido.
- El ardimiento juvenil en sus comienzos es fogoso, pero languidece fácilmente y no dura; es el humo de una fogata liviana.
- Proporcionalmente al número de los admiradores crece el de los envidiosos.
- Hay ciertas cosas que para hacerlas bien no basta haberlas aprendido.
- Decir lo que sentimos, sentir lo que decimos, concordar las palabras con la mente.
- No hay cosa más fuerte que el verdadero amor.
- ¿Preguntas qué es la libertad? No ser esclavo de nada, de ninguna necesidad, de ningún accidente y conservar la fortuna al alcance de la mano.
- No recibimos una vida corta, sino que nosotros la acortamos. No somos de ella indigentes, sino manirrotos.
- Incierto es el lugar en donde la muerte te espera; espérela, pues, en todo lugar.
- Cuanto mayor es la prosperidad tanto menor se debe confiar en ella.
- Forma parte de la curación el deseo de ser curado.
- No existe ningún gran genio sin un toque de demencia.
- La vida es como una leyenda: no importa que sea larga, sino que esté bien narrada.
- La adversidad es ocasión de virtud.
- Quien da pronto da dos veces.
- La voluntad es la que da valor a las cosas pequeñas.
- El hombre es un animal racional.
- No podemos evitar las pasiones, pero si vencerlas.
- El hombre más poderoso es el que es dueño de sí mismo.
- Una esperanza reaviva otra esperanza; una ambición, otra ambición.
- No es pobre el que tiene poco, sino el que mucho desea.
- Este día que tanto temes por ser el último, es la aurora del día eterno.
- Importa mucho más lo que tú piensas de ti mismo que lo que los otros opinen de ti.
- En tres tiempos se divide la vida: en presente, pasado y futuro. De éstos, el presente es brevísimo; el futuro, dudoso; el pasado, cierto.
- No hay, en mi dictamen, hombre que aprecie más la virtud y la siga con más gusto, que el que por no hacer traición a su conciencia, ha perdido la reputacion de hombre de bien.
- Tan grande como la turba de los admiradores es la turba de los envidiosos.
- Ningún descubrimiento se haría ya si nos contentásemos con lo que sabemos.
- Para saber algo, no basta con haberlo aprendido.
- Un hombre sin pasiones está tan cerca de la estupidez que sólo le falta abrir la boca para caer en ella.
- Es, a menudo, más conveniente disimular que vengarse.
- Escucha aún a los pequeños, porque nada es despreciable en ellos.
- ¡Todo lo que es verdadero es mío! ... sepan que lo sublime es un bien común.
- Nunca fue fácil el aprendizaje de la virtud.
- Si me ofreciesen la sabiduría con la condición de guardarla para mí sin comunicarla a nadie, no la querría.
- ¿Qué importa saber lo qué es una recta si no se sabe lo que es la rectitud?
- Considera las contrariedades como un ejercicio.
- Vencer sin peligro es ganar sin gloria.
- El que teme es un esclavo.
- ¡Estudia! No para saber una cosa más, sino para saberla mejor.
- El lenguaje de la verdad debe ser, sin duda alguna, simple y sin artificios.
- La naturaleza nos ha dado las semillas del conocimiento, no el conocimiento mismo.
- La esclavitud más denigrante es la de ser esclavo de uno mismo.
- El primer arte que deben aprender los que aspiran al poder es el de ser capaces de soportar el odio.
- Languidece la virtud sin adversarios.
- Es tan grande el placer que se experimenta al encontrar un hombre agradecido que vale la pena arriesgarse a hacer un ingrato.
- Pesa las opiniones, no las cuentes.
- No hay árbol recio ni consistente sino aquel que el viento azota con frecuencia.
- Los hombres aprenden mientras enseñan.
- La recompensa de una buena acción está en haberla hecho.
- ¡Oh, cuán extemporáneo es comenzar a vivir cuando se ha de dejar de vivir!
- Incontenida, la cólera es frecuentemente más dañina que la injuria que la provoca.
- Merece salir engañado el que al hacer un beneficio, cuente con la recompensa.
- A vivir se aprende toda la vida, y toda la vida se ha de aprender a morir.
- No nos atrevemos a muchas cosas porque son difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas.
- Es rey quien nada teme, es rey quien nada desea; y todos podemos darnos ese reino.
- Aquel que tiene gran poder debe usarlo livianamente.
- No os espante la pobreza; nadie vive tan pobre como nació.
- La buena conciencia admite testigos; la malvada se agita y se conturba aún en la soledad.
- Muy sentida es la muerte cuando el padre queda vivo.
- Lo que de raíz se aprende nunca del todo se olvida.
- Gran parte de la bondad consiste en querer ser bueno.
- La amistad siempre es provechosa; el amor a veces hiere.
- Estar en ocio muy prolongado, no es reposo, es pereza.
- Si os sujetáis a la naturaleza, nunca seréis pobres; si os sujetáis a la opinión, nunca seréis ricos.
- Ninguno ama a su patria porque es grande, sino porque es suya.
- El poder y el despotismo duran poco.
- Lo que has de decir, antes de decirlo a otro, dítelo a ti mismo.
- La ira: un ácido que puede hacer más daño al recipiente en la que se almacena que en cualquier cosa sobre la que se vierte.
- Existe el destino, la fatalidad y el azar; lo imprevisible y, por otro lado, lo que ya está determinado. Entonces como hay azar y como hay destino, filosofemos.
- Teméis todas las cosas como mortales y todas las deseáis como inmortales.
- El sabio en su retiro es útil a la comunidad.
- Nadie puede llevar mucho tiempo una máscara. Lo que se finge recupera rápidamente su naturaleza.
- El favor consiste no en lo que se hace o se da, sino en el ánimo con que se da o se hace.
- Viven más contentos aquellos en quienes jamás puso los ojos la fortuna, que los otros de quienes los apartó.
- No es preciso tener muchos libros, sino tenerlos buenos.
- No hay viento favorable para el que no sabe donde va.
- El tiempo descubre la verdad.
- Toda la armonía total de este mundo está formada de discordancias.
- Desdichado es el que por tal se tiene.
- No hay mayor causa de llanto que no poder llorar.
- El fuego prueba el oro; la miseria los hombres fuertes.
- La vida es larga, si sabes hacer uso de ella.
- El cabalgar, el viajar y el mudar de lugar recrean el ánimo.
- Lo que las leyes no prohíben, puede prohibirlo la honestidad.
- Un hombre inútil es gravoso al estado, en que se pesa el mérito de los miembros por la utilidad que de ellos se saca.
- El que no quiera vivir sino entre justos, viva en el desierto.
- Largo es el camino de la enseñanza por medio de teorías; breve y eficaz por medio de ejemplos.
- Si quieres que tu secreto sea guardado, guárdalo tú mismo.
- Un gran marinero puede navegar aunque sus velas sean de alquiler.
- El colmo de la infelicidad es temer algo, cuando ya nada se espera.
Séneca: El sabio romano que dejó huella con letras y filosofía
Nacido en Córdoba, España, en el año 4 a.C., este astuto señor perteneció a una familia prominente y, como buen "niño bien", fue llevado a Roma para recibir la mejor educación posible. Pero la vida no siempre fue un lecho de rosas para él. Fue exiliado por un tiempo (un poco de drama siempre da sabor a la historia), pero después, en una vuelta del destino, llegó a ser el asesor principal del emperador Nerón. Sí, ese Nerón, famoso por su afición a tocar el laúd mientras Roma ardía.
¿Pero qué hace especial a Séneca más allá de sus conexiones políticas? Bueno, su filosofía. Representante destacado del estoicismo, una corriente que nos enseña a enfrentar las adversidades con valentía y a aceptar lo que no podemos cambiar. Imagina enfrentarte a la cola del supermercado o al tráfico infernal con una mentalidad estoica: “Es lo que es, no puedo cambiarlo, así que mejor relájate y sigue adelante”. Así de práctico.
Algunos de sus pensamientos más célebres son cápsulas de sabiduría que todos podríamos aplicar hoy día: - “No es que tengamos poco tiempo, sino que perdemos mucho” (¡Vaya, Séneca, qué atinado! En tiempos de redes sociales, podría decir que ya lo vio venir). - “El hombre sabio será siempre feliz, y será siempre bueno” (Esto podría sonar a tarjeta inspiracional, pero si lo piensas, tiene razón. Ser bueno, al final, te hace sentir pleno).
Séneca no solo escribía filosofía densa y pensamientos profundos. También tenía una faceta de dramaturgo. Sus tragedias eran intensas, llenas de pasiones y conflictos humanos, mostrando que el buen hombre también sabía cómo entretener.
Lamentablemente, su relación con Nerón no terminó en amistad eterna. Séneca, en su último acto estoico, fue forzado a quitarse la vida. Pero no creas que esto opaca su legado. Al contrario, nos dejó un mensaje claro: La vida puede ser corta, impredecible y llena de altibajos, pero es nuestra responsabilidad vivirla con dignidad, sabiduría y, sobre todo, con propósito.
La próxima vez que te sientas abrumado, recuerda a nuestro amigo Séneca. No necesitas una toga romana o un imperio detrás de ti para adoptar su mentalidad estoica y enfrentar el mundo con valentía y sabiduría. ¡Hazlo a la Séneca!