Las mejores 71 frases de Confucio
Si tuviera que describir a Confucio en una palabra, diría "revolucionario". Pero no en el sentido de barricadas y revueltas, sino en cómo cambió el pensamiento chino y, por ende, el mundo. ¿Quieres una breve introducción al hombre, al mito, a la leyenda? ¡Allá vamos!
Tabla de contenidos:
Frases de Confucio
- Sólo el virtuoso es competente para amar u odiar a los hombres.
- Un hombre de virtuosas palabras no es siempre un hombre virtuoso.
- Un erudito que no sea serio no inspirará respeto, y su sabiduría, por lo tanto, carecerá de estabilidad.
- Los hombres se distinguen menos por sus cualidades naturales que por la cultura que ellos mismos se proporcionan. Los únicos que no cambian son los sabios de primer orden y los completamente idiotas.
- Sólo los sabios más excelentes, y los necios más acabados, son incomprensibles.
- Mejor que el hombre que sabe lo que es justo es el hombre que ama lo justo.
- Una casa será fuerte e indestructible cuando esté sostenida por estas cuatro columnas: padre valiente, madre prudente, hijo obediente, hermano complaciente.
- ¿Uno que no sepa gobernarse a sí mismo, cómo sabrá gobernar a los demás?.
- Cuando veáis a un hombre sabio, pensad en igualar sus virtudes. Cuando veáis un hombre desprovisto de virtud, examinaos vosotros mismos.
- Un caballero se avergüenza de que sus palabras sean mejores que sus actos.
- Aprender sin pensar es inútil. Pensar sin aprender, peligroso.
- No pretendas apagar con fuego un incendio, ni remediar con agua una inundación.
- La virtud no habita en la soledad: debe tener vecinos.
- Gobernar es rectificar.
- Una voz fuerte no puede competir con una voz clara, aunque ésta sea un simple murmullo.
- Entristécete no porque los hombres no te conozcan, sino porque tú no conoces a los hombres.
- Si no se respeta lo sagrado, no se tiene nada en que fijar la conducta.
- Debes tener siempre fría la cabeza, caliente el corazón y larga la mano.
- Me lo contaron y lo olvidé; lo vi y lo entendí; lo hice y lo aprendí.
- Lo que no quieras que los otros te hagan a ti, no lo hagas a los otros.
- El hombre superior piensa siempre en la virtud; el hombre vulgar piensa en la comodidad.
- No son las malas hierbas las que ahogan la buena semilla, sino la negligencia del campesino.
- El silencio es el único amigo que jamás traiciona.
- La virtud debe ser común al labrador y al monarca.
- Por muy lejos que el espiritu vaya, nunca irá más lejos que el corazón.
- Quien gobierna a un pueblo dando buen ejemplo se parece a la estrella polar, que permanece inmutable mientras los astros dan vueltas a su alrededor.
- Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida.
- La sabiduría se preocupa de ser lenta en sus discursos y diligente en sus acciones.
- Aquel que gobierna por medio de su excelencia moral puede compararse a la estrella polar, que permanece en su sitio en tanto todas las demás estrellas se inclinan ante ella.
- Cada cosa tiene su belleza, pero no todos pueden verla.
- Trabaja en impedir delitos para no necesitar castigos.
- El lenguaje artificioso y la conducta aduladora rara vez acompañan a la virtud.
- El más elevado tipo de hombre es el que obra antes de hablar, y practica lo que profesa.
- Donde hay educación no hay distinción de clases.
- Aprende a vivir y sabrás morir bien.
- Trabaja en impedir delitos para no necesitar castigos.
- Quien volviendo a hacer el camino viejo aprende el nuevo, puede considerarse un maestro.
- Aprender sin reflexionar es malgastar la energía.
- Algún dinero evita preocupaciones; mucho, las atrae.
- La naturaleza humana es buena y la maldad es esencialmente antinatural.
- Saber que se sabe lo que se sabe y que no se sabe lo que no se sabe; he aquí el verdadero saber.
- Yo no procuro conocer las preguntas; procuro conocer las respuestas.
- Antes de empezar un viaje de venganza cava dos tumbas.
- Si no estamos en paz con nosotros mismos, no podemos guiar a otros en la búsqueda de la paz.
- Los cautos rara vez se equivocan.
- Si ya sabes lo que tienes que hacer y no lo haces entonces estás peor que antes.
- Es más fácil apoderarse del comandante en jefe de un ejército que despojar a un miserable de su libertad.
- Oír o leer sin reflexionar es una ocupación inútil.
- Un hombre sin virtud no puede morar mucho tiempo en la adversidad, ni tampoco en la felicidad; pero el hombre virtuoso descansa en la virtud, y el hombre sabio la ambiciona.
- La ignorancia es la noche de la mente: pero una noche sin luna y sin estrellas.
- Los defectos de un hombre se adecuan siempre a su tipo de mente. Observa sus defectos y conocerás sus virtudes.
- Exígete mucho a ti mismo y espera poco de los demás. Así te ahorrarás disgustos.
- Es posible conseguir algo luego de tres horas de pelea, pero es seguro que se podrá conseguir con apenas tres palabras impregnadas de afecto.
- Arréglese al estado como se conduce a la familia, con autoridad, competencia y buen ejemplo.
- El mal no está en tener faltas, sino en no tratar de enmendarlas.
- El tipo más noble de hombre tiene una mente amplia y sin prejuicios. El hombre inferior es prejuiciado y carece de una mente amplia.
- No debes quejarte de la nieve en el tejado de tu vecino cuando también cubre el umbral de tu casa.
- No hay cosa más fría que un consejo cuya aplicación sea imposible.
- Estudia el pasado si quieres pronosticar el futuro.
- El hombre que ha cometido un error y no lo corrige comete otro error mayor.
- Si no conoces todavía la vida, ¿cómo puede ser posible conocer la muerte?
- El hombre superior es persistente en el camino cierto y no sólo persistente.
- El verdadero caballero es el que solo predica lo que practica.
- Se puede quitar a un general su ejército, pero no a un hombre su voluntad.
- Nunca hagas apuestas. Si sabes que has de ganar, eres un pícaro; y si no lo sabes, eres tonto.
- Los vicios vienen como pasajeros, nos visitan como huéspedes y se quedan como amos.
- ¿Me preguntas por qué compro arroz y flores? Compro arroz para vivir y flores para tener algo por lo que vivir.
- La naturaleza hace que los hombres nos parezcamos unos a otros y nos juntemos; la educación hace que seamos diferentes y que nos alejemos.
- Lo que quiere el sabio, lo busca en sí mismo; el vulgo, lo busca en los demás.
- El que conoce la verdad no es igual al que la ama.
- El sabio sabe que ignora.
Confucio: el filósofo desenfadado que cambió China y aún nos hace reflexionar
Confucio, o Kong Fuzi, como le llamaban sus amigos (bueno, quizás no literalmente), nació allá por el 551 a.C. en lo que hoy conocemos como la provincia de Shandong, China. Aunque su familia no nadaba en la abundancia, el joven Confucio demostró tener una mente brillante desde temprano. Como todo joven inquieto, probó varios trabajos antes de darse cuenta de que su verdadera pasión era enseñar y, sí, soltar esas perlas de sabiduría por las que ahora es famoso.
Aunque a veces lo imaginamos como un viejo serio y solemne, la verdad es que Confucio era un tipo con mucha chispa. Se preocupaba por cómo las personas deberían vivir y cómo la sociedad debería organizarse. Si hubiera tenido una red social en su época, seguramente habría sido el influencer número uno en temas de ética y moral. Imagina sus tweets: "¿Buscas la justicia? ¡Empieza por ti mismo y sé justo!". De hecho, su idea central era el Ren, un término complicado que podría traducirse como "humanidad", pero que en realidad abarca mucho más: bondad, empatía, respeto... en pocas palabras, ser un buen ser humano.
No todo fue fácil para nuestro amigo. A pesar de sus intentos, nunca logró que los líderes políticos de su tiempo adoptaran plenamente sus ideas. Sin embargo, el tiempo, ese juez implacable, le dio la razón y su filosofía se convirtió en la base del pensamiento y la educación chinos durante siglos.
Una de las cosas más geniales de Confucio es que creía en la mejora personal a través de la educación y el autoanálisis. Consideraba que, para cambiar el mundo, primero debemos cambiarnos a nosotros mismos. Y sí, quizás suene a cliché, pero él lo decía mucho antes de que se convirtiera en una frase pegajosa de Instagram.
El tipo también era un defensor de las relaciones armoniosas. No solo hablamos de relaciones amorosas (aunque, ¿quién sabe?, tal vez tenía sus trucos para citas), sino de todas las interacciones humanas. Según él, si todos jugamos nuestro papel y nos tratamos con respeto, todo funcionará como un reloj.
Ahora bien, aunque suene todo muy serio, Confucio también era un firme creyente en el disfrute de la vida. Creía en celebrar, en la música, en disfrutar de las pequeñas cosas. Así que sí, no solo era un filósofo, sino también un amante de la vida.
Y aunque hace más de dos mil años que se despidió de este mundo, sus enseñanzas siguen vivas. Ya sea que estés buscando consejo sobre cómo ser un buen amigo o simplemente reflexionar sobre la vida, Confucio es tu tipo. Porque más allá de las épocas y las culturas, las verdades universales persisten. Y él, sin duda, conocía unas cuantas.