Las mejores 63 frases de Blaise Pascal
Blaise Pascal, nacido en Clermont-Ferrand, Francia, en 1623, fue un destacado matemático, físico, inventor, filósofo y teólogo del siglo XVII. Su genialidad se manifestó en una amplia gama de campos, y su contribución a la ciencia y la filosofía sigue siendo profundamente influyente.
Tabla de contenidos:
Frases de Blaise Pascal
- Las cuerdas que amarran el respeto de unos por otros son, en general, cuerdas de necesidad.
- En las religiones es preciso ser sinceros; verdaderos paganos, verdaderos judíos, verdaderos cristianos.
- La reina del mundo es la fuerza y no la opinión; pero es la opinión quien usa de la fuerza.
- El arte de persuadir consiste tanto en el de agradar como en el de convencer; ya que los hombres se gobiernan más por el capricho que por la razón.
- Muy débil es la razón sino llega a comprender que hay muchas cosas que la sobrepasan.
- El hombre tiene ilusiones como el pájaro alas. Eso es lo que lo sostiene.
- La felicidad es un artículo maravilloso: cuanto más se da, más le queda a uno.
- El corazón tiene razones que la razón ignora.
- La naturaleza tiene perfecciones para demostrar que es imagen de Dios e imperfecciones para probar que sólo es una imagen.
- El espíritu cree naturalmente y la voluntad naturalmente ama; de modo que, a falta de objetos verdaderos, es preciso apegarse a los falsos.
- ¿Puede haber algo más ridículo que la pretensión de que un hombre tenga derecho a matarme porque habita al otro lado del agua y su príncipe tiene una querella con el mío aunque yo no la tenga con él?
- Los hombres creen buscar sinceramente el reposo, y en realidad no buscan sino agitación.
- A fuerza de hablar de amor, uno llega a enamorarse. Nada tan fácil. Esta es la pasión más natural del hombre.
- Sabed que el hombre supera infinitamente al hombre.
- Para quienes no ansían sino ver, hay luz bastante; mas para quienes tienen opuesta disposición, siempre hay bastante oscuridad.
- Es más fácil soportar la muerte sin pensar en ella, que soportar el pensamiento de la muerte.
- La conciencia es el mejor libro moral que tenemos.
- La mayoría de los males les vienen a los hombres por no quedarse tranquilos en casa.
- Cuando leemos demasiado deprisa o demasiado despacio, no entendemos nada.
- No poseemos la verdad ni el bien nada más que en parte y mezclados con la falsedad y con el mal.
- No vivimos nunca, sino que esperamos vivir; y disponiéndonos siempre a ser felices, es inevitable que no lo seamos nunca.
- Vale más saber alguna cosa de todo, que saberlo todo de una sola cosa.
- El primer efecto del amor es inspirar un gran respeto; se siente veneración por quien se ama.
- La desgracia descubre al alma luces que la prosperidad no llega a percibir.
- Prefiero equivocarme creyendo en un Dios que no existe, que equivocarme no creyendo en un Dios que existe. Porque si después no hay nada, evidentemente nunca lo sabré, cuando me hunda en la nada eterna; pero si hay algo, si hay Alguien, tendré que dar cuenta de mi actitud de rechazo.
- La razón obra con lentitud, y con tantas miras, sobre tantos principios, que a cada momento se adormece o extravía. La pasión obra en un instante.
- Sólo conviene la mediocridad. Esto lo ha establecido la pluralidad, y muerde a cualquiera que se escapa de ella por alguna parte.
- Sólo hay dos clases de personas coherentes: los que gozan de Dios porque creen en él y los que sufren porque no le poseen.
- Pocas amistades quedarían en este mundo si uno supiera lo que su amigo dice de él en ausencia suya, aún cuando sus palabras fueran sinceras y desapasionadas.
- Si no actúas como piensas, vas a terminar pensando como actúas.
- He hecho esta carta más larga de lo usual porque no tengo tiempo para hacer una más corta.
- Poca cosa nos consuela porque poca cosa nos aflige.
- ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma? Quien quiera conservar su alma, la perderá.
- Lo último que uno sabe es por donde empezar.
- ¿Quién se siente desgraciado por no ser rey, sino un rey destronado?
- El mundo está lleno de buenas máximas; sólo falta aplicarlas.
- La justicia sobre la fuerza, es la impotencia, la fuerza sin justicia es tiranía.
- Una de las principales enfermedades del hombre es su inquieta curiosidad por conocer lo que no puede llegar a saber.
- Dicen que el hábito es una segunda naturaleza. Quien sabe, empero, si la naturaleza no es primero un hábito.
- Ni la contradicción es indicio de falsedad, ni la falta de contradicción es indicio de verdad.
- Es miserable saberse miserable, pero es ser grande reconocer que se es miserable.
- Los que poseen el espíritu de discernimiento saben cuanta diferencia puede mediar entre dos palabras parecidas, según los lugares y las circunstancias que las acompañen.
- Sólo conozco dos tipos de personas razonables: las que aman a Dios de todo corazón porque le conocen, y las que le buscan de todo corazón porque no le conocen.
- Toda religión que no afirme que Dios está oculto, no es verdadera.
- Descripción del hombre: dependencia, deseo de independencia, necesidad.
- Aquel que duda y no investiga, se torna no sólo infeliz, sino también injusto.
- Nuestra imaginación nos agranda tanto el tiempo presente, que hacemos de la eternidad una nada, y de la nada una eternidad.
- El hombre es naturalmente crédulo, incrédulo; tímido, temerario.
- La grandeza de un hombre está en saber reconocer su propia pequeñez.
- La elocuencia es una pintura del pensamiento, y por esto los que después de haber pintado añaden algo más, hacen un cuadro en lugar de un retrato.
- La virtud de un hombre no debe medirse por sus esfuerzos, sino por sus obras cotidianas.
- ¿Qué es el hombre dentro de la naturaleza? Nada con respecto al infinito. Todo con respecto a la nada. Un intermedio entre la nada y el todo.
- El rey está rodeado de gentes que no piensan sino en divertirlo y en impedir que piense en sí mismo. Porque, por muy rey que sea, es desgraciado si piensa en ello.
- Es sin duda un mal, estar lleno de defectos; pero es todavía un mal mayor estar lleno de ellos y no quererlo reconocer, porque es añadir todavía el de una ilusión voluntaria.
- El hombre está dispuesto siempre a negar todo aquello que no comprende.
- Estando siempre dispuestos a ser felices, es inevitable no serlo alguna vez.
- Por muchas riquezas que el hombre posea y por grandes que sean la salud y las comodidades que disfrute, no se siente satisfecho si no cuenta con la estimación de los demás.
- Dos excesos: excluir la razón, no admitir más que la razón.
- La moral es la ciencia por excelencia; es el arte de vivir bien y de ser dichoso.
- Los mejores libros son aquellos que quienes los leen creen que también ellos pudieron haberlos escrito.
- Cuando no se ama demasiado no se ama lo suficiente.
- Nuestra naturaleza está en movimiento. El reposo absoluto es la muerte.
- No es bueno ser demasiado libre. No es bueno tener todo lo que uno quiere.
Blaise Pascal: Genio polímata y pensador religioso
Uno de los logros más notables de Pascal en matemáticas es su contribución a la teoría de la probabilidad. Junto con Pierre de Fermat, desarrolló los fundamentos de la teoría de la probabilidad y la teoría de los juegos de azar. Su correspondencia con Fermat sobre problemas de probabilidad, conocida como la correspondencia de Pascal y Fermat, sentó las bases para la teoría moderna de la probabilidad y tuvo un impacto significativo en campos como la estadística y la economía.
Además de sus contribuciones en matemáticas, Pascal también se destacó en física. Contribuyó a la comprensión de la presión atmosférica y la hidrostática, formulando lo que hoy se conoce como el "Principio de Pascal", que describe cómo un cambio en la presión en un punto de un fluido incompresible se transmite de manera uniforme a través de todo el fluido. Este principio es fundamental en la tecnología de fluidos y la ingeniería.
Sin embargo, el legado de Pascal no se limita a las ciencias exactas. También fue un pensador religioso y filosófico profundamente reflexivo. Experimentó una conversión religiosa en su vida y se convirtió en un devoto cristiano. Sus "Pensamientos" (Pensées) son una colección de reflexiones sobre la fe y la religión, en las que aborda cuestiones como la existencia de Dios, la naturaleza del pecado y la relación entre la razón y la fe. En estas reflexiones, Pascal defiende la necesidad de un "corazón" religioso, es decir, una conexión emocional y espiritual con Dios, además de la mera razón.
Uno de los conceptos más famosos de Pascal es lo que se conoce como "la apuesta de Pascal". Argumenta que, dada la incertidumbre sobre la existencia de Dios, es más razonable apostar por la creencia en Dios porque, en caso de que Dios exista, el creyente obtiene una recompensa eterna, mientras que el incrédulo se arriesga a una pérdida infinita.
La vida de Blaise Pascal fue corta pero increíblemente productiva. Falleció a la edad de 39 años, pero dejó un legado duradero en campos que van desde las matemáticas y la física hasta la filosofía y la teología. Su trabajo continúa siendo objeto de estudio y admiración, y su influencia se extiende mucho más allá de su época. Pascal es recordado como un genio polímata cuyas contribuciones han enriquecido nuestro entendimiento del mundo y nuestra reflexión sobre cuestiones fundamentales de la vida y la fe.