Las mejores 51 citas de Baltasar Gracián
Nacido en la España de 1601, en un pueblo llamado Belmonte, cerca de Calatayud. Baltasar Gracián fue un tipo del Siglo de Oro, cuando el arte y la literatura españoles florecían como un jardín bien cuidado. Pero Gracián no era un jardinero común y corriente; era un jardinero de palabras, ideas y astucia.
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Frases de Baltasar Gracián
- El que confía sus secretos a otro hombre se hace esclavo de él.
- Pon un gramo de audacia en todo lo que hagas.
- Es desgracia habitual en los ineptos la de engañarse al elegir profesión, al elegir amigos y al elegir casa.
- Sólo vive el que sabe.
- Lo único que realmente nos pertenece es el tiempo: incluso aquel que no tiene otra cosa cuenta con eso.
- Saber y saberlo demostrar es valer dos veces.
- La fortuna se cansa de llevar siempre a un mismo hombre sobre las espaldas.
- Es cordura provechosa ahorrarse disgustos. La prudencia evita muchos.
- En la boca del viejo todo lo bueno fue, y todo lo malo es.
- A los veinte años un hombre es un pavo real; a los treinta, un león; a los cuarenta, un camello; a los cincuenta, una serpiente; a los sesenta, un perro; a los setenta, un mono; a los ochenta, nada.
- Hase de hablar como en testamento, que a menos palabras, menos pleitos.
- La muerte para los jóvenes es naufragio y para los viejos es llegar a puerto.
- La esperanza es un gran falsificador.
- Ciencia sin seso, locura doble.
- Señal de tener gastada la fama propia es cuidar de la infamia ajena.
- Lo bueno, si breve, dos veces bueno.
- Donde acaba el deseo comienza el temor.
- Quien no tiene enemigos, tampoco suele tener amigos.
- Saber olvidar, más es dicha que arte.
- El más poderoso hechizo para ser amado es amar.
- No hay en el mundo señorío como la libertad del corazón.
- Hay mucho que saber, y es poco el vivir, y no se vive si no se sabe.
- Lo bien dicho se dice presto.
- La retentiva es el sello de la capacidad.
- Son tontos todos los que lo parecen y la mitad de los que no lo parecen.
- Obró mucho el que nada dejó para mañana.
- Es tan difícil decir la verdad como ocultarla.
- El excusarse antes de ocasión es culparse.
- Todos los necios son obstinados y todos los obstinados son necios.
- No hay peor sordo que el que no puede oír; pero hay otro peor, aquél que por una oreja le entra y por otra se le va.
- El primer paso de la ignorancia es presumir de saber.
- Muchas veces nace la enfermedad del mismo remedio.
- ¿Cuál puede ser una vida que comienza entre los gritos de la madre que la da y los lloros del hijo que la recibe?
- No te pongas en el lado malo de un argumento simplemente porque tu oponente se ha puesto en el lado correcto.
- Más vale un grano de cordura que arrobas de sutileza.
- La costumbre disminuye la admiración, y una mediana novedad suele vencer a la mayor eminencia envejecida.
- Cada uno muestra lo que es en los amigos que tiene.
- Hemos de proceder de tal manera que no nos sonrojemos ante nosotros mismos.
- Por grande que sea el puesto, ha de mostrar que es mayor la persona.
- Errar es humano, pero más lo es culpar de ello a otros.
- El mentiroso tiene dos males: que ni cree ni es creído.
- La confianza es madre del descuido.
- La queja trae descrédito.
- Métense a querer dar gusto a todos, que es imposible, y vienen a disgustar a todos, que es más fácil.
- El no y el sí son breves de decir pero piden pensar mucho.
- Todo lo que realmente nos pertenece es el tiempo; incluso el que no tiene nada más, lo posee.
- Para prevenidos no hay acasos.
- No es necio el que hace la necedad, sino el que, hecha, no la sabe encubrir.
- Varón prevenido de cordura no será combatido de impertinencia.
- Visto un león, están vistos todos, pero visto un hombre, sólo está visto uno, y además mal conocido.
- Son los ímpetus de las pasiones deslizadores de la cordura, y allí es el riesgo de perderse.
Baltasar Gracián: El maestro del Ingenio en tiempos de seda y espada
Criado en una familia no muy acomodada, pero tampoco descalza, Baltasar desde niño mostró tener un coco privilegiado. Algunos dicen que sus primeras palabras fueron un aforismo, pero eso podría ser solo leyenda urbana del siglo XVII. A los 18 años, el joven Gracián, con una cabeza llena de rizos e ideas, decide hacerse jesuita. Sí, un hombre de Dios, pero también un hombre de letras.
Durante su vida, Gracián se convirtió en un hombre de muchas caras: sacerdote, profesor, predicador y, sobre todo, escritor. Un Shakespeare español, pero con un toque más filosófico. Pasó su vida viajando por diversas ciudades españolas, enseñando, escribiendo y, probablemente, observando a la gente, que sería su mayor fuente de inspiración.
Ahora, hablemos de sus obras. Este hombre era un maestro del conceptismo, esa forma de escritura que es como un laberinto de ingenio, metáforas y dobles sentidos. Publicó varias obras, pero hay tres que resaltan como joyas en su corona intelectual.
Primero, "El Criticón" (1651-1657), una novela alegórica y una de las más representativas del Barroco literario. En ella, Gracián narra las aventuras de dos personajes, Critilo y Andrenio, a través de un mundo lleno de simbolismos. Es un viaje filosófico que busca el ideal de sabiduría, casi como un "road trip" del siglo XVII con un toque de "El Principito" para adultos.
Luego está "Oráculo Manual y Arte de Prudencia" (1647), que es como el manual original de "cómo ser un jefe" en la vida y en el trabajo. Este libro está lleno de 300 aforismos sobre la sabiduría práctica para navegar por el complejo mundo social y político. Es como si Gracián hubiera sido un precursor de los libros de autoayuda, pero con más clase y menos fotos de gurús sonrientes en la portada.
Y no podemos olvidar "El Héroe" (1637), un tratado que redefine el concepto de héroe no solo como un guerrero, sino como un individuo de excepcional calidad moral e intelectual. Aquí, Gracián pinta al héroe como alguien que combina la astucia, la inteligencia y una pizca de misterio.
Baltasar Gracián no era solo un escritor, era un observador agudo de la naturaleza humana. Sus obras reflejan un conocimiento profundo del corazón y la mente humana, con un toque de cinismo quizás, pero siempre con una elegancia intelectual.
Curiosamente, aunque Gracián escribía sobre cómo ser astuto y sabio, parece que en la vida real tenía un talento especial para irritar a sus superiores. Se metió en un par de líos con los jefes jesuitas y la Inquisición, probablemente porque era demasiado listo para su propio bien. Sin embargo, esto solo añade más color a su carácter de genio incomprendido.
Gracián falleció en 1658, dejando atrás un legado que influiría en escritores y filósofos por siglos. Desde Nietzsche hasta Schopenhauer, muchos han encontrado en sus escritos una fuente de inspiración y sabiduría.
Baltasar Gracián fue un hombre de su tiempo, pero también un hombre adelantado a su tiempo. Un jesuita con la pluma de un poeta, el cerebro de un filósofo y, a veces, la lengua de un sátiro. Un tipo que sabía que la vida es compleja, el mundo es complicado, y lo mejor que uno puede hacer es estar tan astutamente preparado como sea posible.